Canción: Soldado de Coín
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A continuación, les escribo una canción que mi padre me cantaba, a mí y a mis hermanos, cuando estábamos en el campo cogiendo aceitunas, o realizando cualquier otro menester propio del día a día en la vida de nuestro pequeño pueblo, Jubrique.
Hijo de unos labradores, el soldado de Coín, te alabaste es un convoy, y al salir de su país.
El pertenece a tenencia, y al hacer la retirada, los rifeños sin conciencia, prepararon la emboscada.
Con gumIa le pincha el enemigo, le hacen padecer, y en cueva lo tiene encerrado, los moros le daban fuertes palos, sin darle de comer.
y esos malditos bribones, por más hacerlo sufrir, le cogían cigarrones, o mangostas del país.
Dijo: “no me maltratéis”, con mucha pena y dolor, yo peleo cara a cara, y no busco esa traición.
Una mora le han comprado, el jefe cábila que es, , con ella lo casaron, en el territorio aquel.
Ella se llama Diamisa, y a su esposo le decía: “esposo cara divina, tú estás triste cada día”.
Vete a España mi cariño, y aunque me olvides a mí, aquí nos queda este niño, nuestro hijo de fusil.
Cuando el morito sea hombre, le diré llena de amor, y aunque el morito se asombre: “tu padre es un español”.
Un día por la mañana, leña le mando a cortar, y a los 17 días, a España pudo llegar.
A Palma lo trasladaron, y un telegrama escribió, diciendo: “padres queridos, esperadme en la estación”.
Temblando cogieron el papel, y ni uno ni otro lo podían leer. Fue un cuadro dolor, y entonces todo el mundo enterado, contento y lleno de emoción.
todo el pueblo de Coín, a la estación fue a esperar. Deseando que llegue el tren, para poder saludar.
Y al apearse del tren, padre y madre se abrazó, “no esperaba verte más, hijito del corazón”.
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