Ibn Battuta

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Ilustración de Ibn Battuta en Egipto

Introducción

Shams ad-Din Abu Abd Allah Muhammad ibn Muhammad ibn Ibrahim al-Luwati at-Tanyi, mejor conocido como Ibn Battuta, nace en Tánger, en el año 1304, y muere en Marrakech, entre 1368 y 1369. Su recuerdo llega a nuestros días debido al registro escrito que dejó sobre su viaje, conocido como la Rihla. El mismo lo llevaría por la mayor parte del territorio bajo influencia del Islam de la época, con una primera travesía de 24 años y la realización de expediciones posteriores por otros 5 años.

Sus viajes a La Meca

Creció en el seno de una familia acomodada, gracias a la posición que le proporcionaba a su padre el oficio de ulema. Dicha designación se daba a los estudiosos de la ley islámica, cuya labor se basaba en la jurisdicción. Este será uno de los factores que marcarán su viaje. En primer lugar, al no sentir la necesidad de trabajar desde la juventud para ayudar a su familia, podrá permitirse iniciar su viaje a una edad temprana. Por otro lado, las enseñanzas de jurista recibidas le serán de utilidad para poder servir como consejero a diversos líderes islámicos, entre otras labores que realizará a lo largo de su periplo.

Ibn Battuta, habiendo finalizado sus estudios, decide dejar su tierra en 1325, a la edad de 21 años. Su intención era realizar la hajj, nombre por el que se conoce a la peregrinación que todo musulmán debe realizar al menos una vez en su vida a La Meca, ciudad santa del Islam.

Este primer viaje lo llevará por el norte de África, cruzando los países de Argelia y Túnez, hasta alcanzar la ciudad de Alejandría, 5 años después. Tras llegar a la ciudad de El Cairo, optará por subir el río Nilo para llegar a La Meca, pero un conflicto bélico en la zona lo hará volver a la capital egipcia y cambiar su ruta hacia una más segura, que pasaba por Damasco.

La Meca, ciudad santa del Islam.

Visitará la tumba de Mahoma, en Medina, y será en el año 1326 que alcance La Meca, completando así su plan original y consiguiendo el estatus de Hajji o peregrino. Pero una vez allí no se plantea volver a casa y se une a una caravana en dirección a Irak. Será este el primero de los múltiples viajes que le permitirán conocer la región que, aunque hoy día se conozca como Oriente Medio, en aquel entonces estaba enmarcada en lo que se conocía como el Ilkhanato.

El Ilkhanato no era más que una de las cuatro divisiones en las que se había fragmentado el Gran Imperio Mongol. Esta fracción en concreto abarcaba lo que anteriormente había sido el Imperio Persa, lo que incluye a las actuales naciones de Irán, Irak, Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Turkmenistán, Turquía y parte de Afganistán.

Tras este primer viaje, terminará volviendo a La Meca un año después, en [1327], completando su segundo peregrinaje. Decide entonces fijar su residencia en la ciudad, donde se dedicará al estudio del Corán, las sagradas escrituras del Islam, lo que a la par le servirá para ampliar sus conocimientos en su materia profesional. Este comportamiento, de establecimiento en un lugar y adquisición del conocimiento de la geografía y la cultura locales, lo mantendrá en mayor o menor medida a lo largo de toda su travesía.

Existen dudas de si fue en 1328 o en 1330 cuando reanuda sus viajes, en este caso hacia el sur. Viajará por Arabia Saudí, Yemén, cruzará el Mar Rojo y se aventurará más allá del cuerno de África, por la costa Suajili, donde actualmente se encuentran Somalia, Kenia y Tanzania.

En su retorno hacia el norte decidirá cambiar su ruta, lo que lo llevará a terminar de rodear la Península Arábica, por Omán, para luego cruzarla hasta La Meca, en la que será su tercera hajj.

Hacia los confines orientales

Será entonces, en el año 1330 ó 1332, según se considere el inicio de su peregrinaje previo, cuando dé comienzo la mayor etapa de su Rihla.

Sus inicios lo llevan a la actual Turquía, para posteriormente alcanzar la Horda de Oro, que no es más que otra de las particiones del Imperio Mongol, situada al norte del Ilkhanato. Allí se unirá a la corte itinerante del Khan, con la que bordeará el mar Negro hasta el punto más septentrional de su viaje, la ciudad de Bolghar, sobre el río Volga.

Fragmentación del Gran Imperio Mongol, que tuvo lugar entre 1260 y 1264.

Camino al mar Caspio, cabe destacar la expedición que realiza hasta Constantinopla, aprovechando que a una de las esposas del Khan se le permite volver a su ciudad natal para dar a luz. Allí conocerá al padre de ésta, el emperador Andronikos III.

Ya de vuelta hacia el este, Ibn Battuta atravesará el Chagathai Khanato, la tercera división del Imperio mongol con la que se encuentra. Llega así a la zona de Oriente Medio. Cruzará lo que hoy día conocemos como Uzbekistán, Tayikistán, Afganistán y Pakistán hasta llegar a la India, donde entra al servicio del Sultán como uno de sus consejeros, en 1333.

Allí pasará 8 años, tiempo en el que contraerá varias esposas y tendrá descendencia. Sin embargo, con el paso del tiempo, la actitud del Sultán termina volviéndose hostil hacia él. En 1341 surge la oportunidad de viajar hacia China como embajador en nombre del Sultán, ocasión que ambos aprovechan para separar sus caminos.

En el inicio del trayecto el convoy en el que viaja es atacado. Aunque vuelve a encontrarse con parte de su grupo, temeroso de regresar derrotado ante el Sultán, opta por hospedarse bajo la protección de uno de los líderes locales del suroeste de la India. Desde allí decide viajar a las Islas Maldivas, donde permanecerá por 9 meses, para luego visitar la isla de Ceilán, actual Sri Lanka. Allí aprovecha para ascender el Pico de Adán lugar de veneración para distintas religiones, ya que en él se dice que posó su pie por primera vez sobre la tierra Adán, o Budha, según la creencia.

Sufrirá un naufragio y se verá capturado por los piratas al abandonar la isla. Logra escapar de estos y vuelve a las Maldivas, desde donde parte de nuevo en un barco chino hacia las regiones de Indonesia y Malasia, pasando por Bangladesh, Vietnam y las islas Filipinas, si bien este aspecto es discutido.

Tomará tierra frente a la isla de Taiwán, alrededor de 1345, alcanzando finalmente el país chino, que por aquel entonces constituía el Yuan Khanato, el último fragmento del Imperio Mongol que le quedaba por conocer. Ascenderá por la costa hasta las ciudades de Fuzhou y Hangzhou, desde donde narra la existencia del Gran Canal chino. Vuelta a casa

Tras alcanzar los límites orientales del Asia continental, en 1346, con 42 años, Ibn Battuta decide volver a su hogar. Desandando sus pasos, se dirige hacia el sur hasta el Mar de Java y bordea la Península del Indostán para llegar hasta Damasco, 2 años después, cruzando para ello el Golfo de Omán. Con intención de repetir desde allí la ruta de su primera hajj, le llega la noticia de la muerte de su padre, ocurrida 15 años atrás.

Una vez alcanza La Meca, decide volver a su hogar, viajando para ello por la costa sur del Mediterráneo, desde donde se desvía para visitar la isla de Cerdeña, hasta llegar en 1349 a Tánger, la ciudad que lo vio nacer y que no había pisado durante 24 años.

Durante ese último año fue conocedor del azote al que la peste bubónica tenía sometido al mundo occidental, descubriendo a su llegada a Tánger que su propia madre había sucumbido a la enfermedad.

Últimas expediciones

Ibn Battuta consigue sobrevivir a la epidemia y desde su ciudad acometerá al menos otras dos expediciones. La primera de ellas lo llevará hasta Al-Ándalus, región que por aquel entonces se extendía por la zona sur de España, incluyendo Andalucía, en 1350.

Su intención era unirse a un grupo de combatientes que cruzaban el Estrecho para defender la ciudad de Gibraltar de la amenaza del rey Alfonso XI de Castilla. Sin embargo, será la peste quien acabe con el rey cristiano, permitiéndole extender su viaje por la región.

Imagen de las termas de Alhama de Granada, lugar en el que Ibn Battuta se detuvo y del que habla en su crónica.

Desde allí se dirigirá hacia Málaga, pasando por Ronda y Marbella. Posteriormente se dirige hacia Granada, capital del Emirato por aquel entonces. Para ello, hará uso de la ruta que avanza por la costa hasta Vélez-Málaga, para luego adentrarse hasta Alhama de Granada, cuyas aguas termales menciona en su obra. Tanto Málaga como Granada son elogiadas en su obra, una muestra del valor cultural que tenía la región en aquellos años dentro de toda la extensión de territorios musulmanes. Será en Granada donde conozca, entre otros, al que se convertirá en el redactor de su aventura, Ibn Juzayy, erudito natural de dicha ciudad.

Volverá a Tánger por Gibraltar y en el 1351 partirá hacia el sur, para conocer su propio país, Marruecos, aunque se adentrará aún más en el continente africano. Cruzando el Sáhara llegará hasta Mauritania y Guinea. Subirá por el río Níger en Mali y continuará hacia el norte por Nigeria y Argelia. Es aquí donde recibirá la llamada de su Sultán de Marruecos, instando su retorno.

Tras este último viaje, que finaliza en 1353, poco se sabe de su vida. Vivirá en Tánger, ocupando el cargo de qadi, es decir, magistrado de la ley islámica, hasta su muerte entre 1368 y 1369. Durante este tiempo procederá a dejar por escrito el testimonio de sus viajes, para lo que se ayuda de la mano experta de Ibn Juzayy, cuya redacción procede a revalorizar aún más su obra.

Su legado

Es habitual que se le compare con el veneciano Marco Polo, del cual fue contemporáneo, o con Zheng He, militar y explorador chino, pues el trazado de sus viajes es similar: desde el Pacífico, al este, hasta las cercanías del Mediterráneo, al oeste. Sin embargo, el recorrido que llevó a cabo Ibn Battuta se considera el mayor de los tres.

Viajes realizados por Ibn Battuta. En rojo, la ida hacia el este; en azul, la vuelta, y en verde sus últimos viajes. Aparecen señaladas las ciudades de Tánger (T), Damasco (D), La Meca (M) y Beijing (B).

De Ibn Battuta y el relato de su Rihla destacan dos aspectos: el primero es el escepticismo sobre determinados aspectos del mismo y el segundo es la falta de visibilidad de su historia.

Réplica del tipo de embarcación que llevó a Ibn Battuta hasta China, en el interior del Centro Comercial al que da nombre, en Dubái.

En lo que respecta a sus crónicas, no se sabe si llegó a contar con un diario de viajes propio en el que fuese anotando sus experiencias. Su inexistencia explicaría la necesidad por parte del autor de la búsqueda de fuentes más detalladas una vez finalizado su viaje. En base a ciertos extractos de su relato, se cree que hizo uso de descripciones de otros viajeros musulmanes, ya que existen fragmentos en los que su obra coincide de forma bastante clara con otros relatos. Algunos ejemplos se relacionan también con el relato de Marco Polo, con el que compartía determinados comentarios de gran similitud e incluso nombres propios, designando personas distintas en regiones diferentes.

Algunos de los puntos que generan mayor controversia son sus visitas a Bolghar, Yemén, Turquía y Beijing. La falta de veracidad sobre su visita a la capital de China es de los ejemplos más claros, en base a la falta de detalle y al cambio de estilo que se percibe en la narración.

Sin embargo, cabe decir que aunque no se trate de una obra basada totalmente en sus propias experiencias, está claro que supone una descripción muy completa del mundo musulmán de la época, incluso aunque haya sido creada a base del testimonio de terceras personas.

En el otro aspecto a destacar es la falta de conocimiento sobre su obra, que tituló como “Un regalo para aquellos que contemplan las maravillas de las ciudades y viajar”. Su alcance fuera del mundo musulmán fue inexistente hasta inicios del s. XIX.

Con el paso de los años ha adquirido cada vez más importancia. Su nombre comenzó a cobrar valor en su ciudad natal, en la que se puede encontrar su mausoleo, y que le dio su nombre a su aeropuerto. Hace unos años, su nombre fue el elegido para el que es a día de hoy el centro comercial más grande del mundo, el Ibn Battuta Mall, en Dubái. Aunque quizás el mayor reconocimiento que ha obtenido hasta ahora sea la denominación de uno de los cráteres de la luna con su nombre.

A pesar de todo, sigue siendo un personaje que muchos desconocen, incluso en lugares por donde discurrió su camino. Un camino y una obra resultante que supusieron una odisea en su época y que aún hoy día resultarían en todo un desafío.

Bibliografía

  1. Defrémery, C. y Sanguinetti, B.R.: Viajes de Ibn Battuta, París, 1853.
  2. Battuta, I.: A través del Islam (Fanjul, S. y Arbós, F., trad), Madrid: Alianza Editorial, 2005.
  3. Bartel, N.: The Travels of Ibn Battuta: A Virtual Tour, Berkeley: California, 2012

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