Historia de Fray Marcelino Lázaro

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A PROPÓSITO DE FRAY MARCELINO


Fray Marcelino Lázaro no vivió en Arriate, y no me consta que visitara el pueblo nunca, no existe información al respecto sobre este fraile en ninguna fuente de confianza, como internet, enciclopedias, etc... Fray Marcelino Lázaro vivía con Dios y para Dios, y no... no tiene nada que ver con la historia del pueblo, no levantó cimientos de sabiduría en el mismo, no trabajó para la prosperidad de su cultura, y sin embargo, Fray Marcelino Lázaro yace en la iglesia del pueblo...

Hace tiempo ( se me hace imposible recordar cuanto ) llegó a mis manos un documento histórico sobre su vida, poco más de unos folios que circulaban por la red... y que hacían referencia a su muerte, a su dilatada y aún no conseguida beatificación, a todas esas cosas que llenaron los días finales de Fray Marcelino Lázaro... Aquí les dejo el documento para que puedan deliberar por ustedes mismos, esto fue lo que ocurrió, esta es la verdad, esta es la terrible historia de Fray Marcelino Lázaro...


Cordialmente: Juan Miguel Melgar Becerra


Padre Marcelino Lázaro Bayo
• El ingreso en la Orden Franciscana.

Desconozco quién intervino en su vocación religiosa. Pero es muy posible que mucho tuviera que ver con ello el P. Germán Rubio, que más tarde sería su Profesor de Sagrada Teología. Lo cierto es que un buen día de la última década del siglo diecinueve, (posiblemente en el verano del año 1895), los tres hermanos Alejo, Agustín e Ignacio (el menor de ellos) decidieron ingresar en el Colegio Franciscano de la Provincia Bética. Había cumplido los doce años de edad. Alejo, el mayor, optó por regresar a casa de sus padres, que más tarde se trasladaron a Alcalá de Ebro (Zaragoza), donde terminaron sus días. Agustín (P. Domingo) e Ignacio (P. Marcelino) continuaron su vocación religiosa

Datos personales. - Ingreso en el Noviciado: 7-9-1.899. - Profesión temporal: 9-9-1900. - Profesión solemne: 8-11-1.903. - Ordenación sacerdotal: 25-5-1.907, a los 24 años de edad. - Muerte: 6-9 1.936, en Arriate (Málaga), asesinado por fanáticos rojos huidos de Ronda.

Tumba Fray Marcelino1.jpg

• Cargos:

- Fue académico de número y más tarde Vicepresidente de la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes de Cádiz.- Tomó posesión el 31 de enero de 1.926. - Guardián del Convento de Cádiz, años 1.926-1.935. - Definidor Provincial de la Orden, 1.935-1.936. - Párroco de Jimena de la Frontera (Cádiz), 1.935-1.936 Retrocedemos al día 18 de julio de 1.936. Estalla el llamado alzamiento nacional. Este mismo día circula la noticia por la ciudad de Jimena de la Frontera, que se mantiene en zona republicana. Al día siguiente, domingo, solamente dos personas acuden a la Santa Misa, por lo que deciden suspender el culto, recluyéndose nuestros dos franciscanos en la casa parroquial en espera de los acontecimientos.


• 25 de julio de 1.936.- Primer susto.

No verían ellos ningún peligro inminente, cuando el padre Justo, el día 25, festividad de Santiago Apóstol, subió a celebrar en la Parroquia llamada de la Misericordia. La celebración transcurre sin novedad. Pero, a la salida de la iglesia, un grupo de exaltados, portando escopetas y otras armas, apuntan y detienen al celebrante (un buen susto) diciéndole: “no tenga Vd. miedo, que nosotros no somos tan malos como ustedes”. Entre burlas y blasfemias, en medio del grupo, lo conducen al Centro del Comité revolucionario, lo ponen en fila de espera y, al poco, le dicen:“pase el camarada Justo”. Le apuntan con las escopetas y le hacen levantar el puño. Lo sacan fuera para matarlo, pero no lo hacen. Es llevado a otro Comité que había en el Ayuntamiento; nuevas preguntas y, de aquí, a la casa parroquial, en medio de dos individuos armados. Allí estaban el padre Marcelino, el mencionado seminarista y un acólito. El padre Marcelino, que se hallaba totalmente inquieto, habla con los dos aprehensores y les pregunta: ¿por qué lo han detenido? Ellos contestan que “para dar una satisfacción al pueblo”; pero que no temieran, que no les pasaría nada. Al mismo tiempo, le ofrecen vales para recoger la ración de comida, puesto que ya, por estos días, se vivía en Jimena en pleno comunismo.

• 27 de julio - Segundo intento de fusilamiento.

Destrozan la iglesia de la Misericordia. Se congrega un grupo numeroso de asaltantes. Se oyen voces y gritos en la plaza y puertas de la casa rectoral y la iglesia. El padre Marcelino decide cerrar la puerta de la casa. Los asaltantes, enfurecidos, piden a gritos que la abran. Momento de gran emoción: nuestro héroe abre con gran tranquilidad, se presenta ante las turbas que callan y retroceden y dice: “Me entrego a la generosidad del pueblo de Jimena”. “Descuide usted, no somos bárbaros”, le contestan. Los dos franciscanos y el seminarista salen a la plaza y allí los más exaltados quisieron fusilarlos. Ellos, guiados del instinto de conservación, se confunden con la gente del pueblo allí congregada y, por ahora, logran librarse de la muerte inminente. Se oyen tiros, la confusión aumenta. Entre el griterío se escucha: “que se quiten esos trapos”, refiriéndose a los hábitos de frailes. Se vuelve el padre Marcelino y dice:”ahora sí que pueden pegarme un tiro”.Un masón los quiere llevar ante el Comité comunista; pero en este momento llega el Jefe de la C.N.T. y consigue que se que queden en la fonda. Por el momento, se habían salvado. Al poco tiempo, reciben la visita del Alcalde, diciendo a los padres que podían marcharse a su casa, que él respondía de sus vidas. Allí permanecieron durante quince días, con la puerta cerrada, recibiendo noticias por medio del seminarista, sabiendo que de los pueblos y especialmente de Ronda acudían comisiones de los comités que venían a matar a los frailes, pero lo vecinos de Jimena siempre lo impidieron.

• 24 de agosto, de triste recuerdo.

Corría prisa. Había que matar a los frailes y otras personas de Jimena de la Frontera. Las fuerzas nacionales planeaban la recuperación del ferrocarril Granada- Bobadilla-Ronda-Algeciras, abriendo el camino hacia Málaga, como así sucedió. Decididamente, este día llaman a la puerta de la casa parroquial. Sale el padre Marcelino. Le dicen que vienen de parte del Comité. Exige la orden de detención por escrito. La entregan y los frailes se marchan con ellos, quedando en la casa el seminarista Martín Bueno. Se los llevan a la cárcel del pueblo. Ya no volverán. A las tres horas, en vista de que no habían regresado, el seminarista abandona la casa, que es saqueada inmediatamente, llevándose todo lo que en ella había. En la cárcel del pueblo, encuentran varias personas conocidas de los padres franciscanos. Aquí permanecen hasta fines de agosto. Las noches las pasaron sentados, porque no tenían nada para descansar.

• 28 de agosto.- Prisión de San Pablo.

Atados codo con codo, salen de la cárcel con once presos más y los conducen a una casería, a las afueras de la ciudad, en el Barrio de San Pablo. Los sacan para fusilarlos, pero el pueblo no lo consiente.

• 3 de septiembre.-Gaucín.

Nuevamente, atados en cuerda de presos, andando por el centro la vía férrea, los trasladan a media noche al almacén de la estación de Gaucín. Dice un cronista que el P. Marcelino, que no era alto, ni rechoncho, aunque sí robusto, caminaba con paso decidido al frente de aquel pelotón de mártires. También aquí pretenden fusilarlos, pero otra vez se opone el pueblo .Otros tres días de espera. Pero, este mismo día 3 da comienzo la proyectada ofensiva de las fuerzas nacionales. El tiempo apremia. La sentencia de muerte estaba dictada.

• 6 de septiembre.– Se consuma el crimen.

Era de noche. Habían transcurrido los tres días, encerrados, sin comer ni beber. Unos milicianos, que posiblemente venían huidos de Ronda por el avance de las fuerzas nacionales, ya de noche, hacen que los trece detenidos (once civiles y los dos frailes) suban en un tren, que paró a unos 500 metros pasada la estación de Arriate (Málaga), a seis kilómetros de Ronda. Allí, a eso de las cuatro de la mañana del día 6, se consuma el crimen, pegando a cada uno un tiro en la cabeza, después de haber sido despojados de sus vestidos. Dicen testigos presenciales que el Padre Marcelino, poco antes, fue absolviendo y bendiciendo a todos y cada uno de ellos, cuando se hallaban arrodillados al borde de la cuneta del ferrocarril. De esta forma ofrendan sus vidas al grito de “Viva Cristo Rey”.

• Primer enterramiento

Los cadáveres fueron abandonados y, al siguiente día, los del pueblo procedieron a enterrarlos en una fosa común. La familia de uno de los fusilados y el seminarista Martín Bueno recabaron autorización para exhumar los restos mortales y trasladarlos al cementerio municipal de Arriate, que les fue denegada, contentándose con echarles abundante tierra y poner una fuerte verja de madera bien labrada alrededor de la tumba.

Testimonio del nieto maquinista del tren de ronda:

"Mi abuelo Manuel Fernandez del Amo. jefe de tren de Ronda, fué obligado a llevar ese tren a punta de fusil. Cuando vió lo que iban a hacer empezó a gritar diciendo que no fusilaran a esos inocentes, dandole un ataque de nervios. Ellos continuaron con los fusilamientos dandole a mi abuelo una carta para que la presentaran al comisiario de turno. temiendose mi abuelo de lo que se trataba fué a darsela a alguien importantísimo del comité rojo de Ronda y este le dijo: - Menos mal que me lo has entregado a mí porque era tu sentencia de muerte.Mi abuelo se encomendó siempre a Marcelino, consiguiendo multiples favores."

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