Historia de la Semana Santa

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Historia

Hay una serie de rasgos que configuran las señas de identidad de la Semana Santa de Frigiliana. Se caracteriza ésta por unos símbolos y formas de ser y estar; pero también, por un conjunto de circunstancias que a lo mejor por obvias pasan desapercibidas. De apasionadas podemos conceptuar el ser y sentir de nuestro pueblo.

La primera hermandad de la que tenemos referencia es la de las Benditas Ánimas cuyo reglamento se aprobó el 4 de agosto de 1759, a pesar de que existía desde finales del XVII.

Tenia por cometido esta hermandad, entre otras funciones, oficiar misas y hacer novenas por sus difuntos. No posesionaba imágenes, puesto que no las tenía. Si disponía, en ese lugar, junto a la puerta lateral de la nave del evangelio del templo, de un retablo con un impresionante lienzo que representaba las almas del Purgatorio. El número de hermanos de esta cofradía era ilimitado, llegando a haber en el año 1791 cerca de novecientos, entre varones y mujeres, que abonaban de limosna una cuota anual de un real o medio real, es decir, diecisiete maravedíes, respectivamente.

Exaltando en sus sermones el despego a la vida, el menosprecio a la muerte, el ansia de alcanzar la gloria..., los predicadores infundían tal pánico a la feligresía que no hace aún muchos años que se invocaba a las ánimas benditas para atemorizar a la gente. En 1785, el Papa Pío VI concedió una bula especial a su altar. Es la cofradía de Frigiliana por antonomasia.

En 1762 se creó la segunda hermandad, la de Nuestra Señora del Rosario, que tenía como fin dar culto a la Virgen con misas, novenas y procesiones y celebrar funerales por sus difuntos, asistiendo asimismo a los entierros el estandarte de la cofradía.

Cuatro años más tarde, en 1766, se funda el Santísimo Sacramento, que limitaba a setenta y dos el número de sus hermanos. Era ésta la cofradía de los más pudientes y tenía por finalidad la devoción a Jesús Sacramentado, los manifiestos y exposiciones del Santísimo, los viáticos a los enfermos y las procesiones y octavas del Corpus. El 14 de agosto de 1771 se aprueban las constituciones de la Nuestra Madre y Señora de los Dolores. Al principio de su fundación limitó El número de hermanos a treinta y tres, pero posteriormente admitió más. Sus fines eran velar por el decoro de la imagen, mantener el orden en las procesiones e inspeccionar las cuentas de la hermandad. Al año siguiente, en 1772, entregó túnicas a los hermanos para salir en procesión a la calle, llevando en la misma las imágenes de la Virgen de Resurrección. con este año son ya 232 los que lleva saliendo la Virgen de los Dolores.

En este siglo XVIII, existieron dos hermandades más, de las que desconocemos la fecha exacta de su creación: la de la Virgen de la aurora y la de San Sebastián.

Como habrán podido apreciar, el denominador común de todas estas cofradías eran las misas aplicadas a sus hermanos, lo que constituía una verdadera obsesión. Así, tenemos que por cada hermano que moría en la de las Ánimas se decían veinticinco misas; en la del Rosario, diez rezadas y una cantada y en la de los Dolores, treinta y tres por cada hermano vivo o difunto, de las que serían partícipes sus consortes.

La Guerra de la Independecia afectó sobremanera a todas las cofradías, especialmente a la de las Ánimas y la del Rosario. Pero lo verdaderamente desastroso fue la guerra civil de 1936, que arrasó con todo, sólo se salvaron de las llamas el riquísimo archivo parroquial, las túnicas las carátulas de los apóstoles. Estas últimas por estar guardadas en las casas de los hermanos.

Entrado ya el siglo XIX, se funda la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y el 26 de marzo de 1989, Domingo de Pascua, sale en procesión por primera vez en Frigiliana la imagen de Cristo Resucitado, acompañado de unos ochenta hermanos de ambos sexos, principalmente niños y jóvenes. Es ésta la más reciente de las cofradías locales.

En los últimos tiempos hemos visto enriquecidas nuestras hermandades con la adquisición de tronos, mantos y otros enseres cofradieros. Se han realizado reformas de algunos altares del templo, instalándose nuevos retablos, todo ello con la colaboración generosa de los vecinos.

En Frigiliana tenemos unas señas de identidad muy claras: aquí entendemos la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús como una tradición religiosa, no como una diversión.

Signos de identidad en nuestra Semana Santa: el lavatorio de Pilatos, el descendimiento de la cruz, las túnicas de los penitentes con sus capuchas tipo faraónico (no capirotes) y sus largas colas, la forma de vestirse el cofrade, el recogimiento de los participantes en la procesión, los pequeños y al mismo tiempo pesados tronos, la de los participantes en la procesión, los pequeños y al mismo tiempo pesados tronos, la forma de llevarlos por las estrechas y empinadas calles, el lenguaje de los hermanos mayores ordenando la marcha o las paradas en el recorrido, las velas que portan los hermanos con sus conos de papel recogiendo la cera derretida, el silencio con que el público presencia el paso de la procesión, el vía Crucis del Viernes Santo por las calles del pueblo (en pleno día), la ausencia de acompañamientos musicales, la misma composición de las hermandades, etc. Siendo las de mayor importancia: El paso procesional de los apóstoles y la procesión de la Soledad.

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