Peñón de los Encantos (Benadalid)

De Malagapedia
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Sitio que se decía encantado. A mediados del siglo XX hubo en el pueblo la fiebre de buscar tesoros. Algunos hombres decían que habían soñado con ellos y nada más despertarse cogían pico y pala y dirigiéndose al lugar soñado, se ponían a cavar como locos. A veces esta ilusión duraba varios días, intentándolo en varios sitios cercanos al lugar soñado. Naturalmente el Peñón de los Encantos fue uno de los sitios más soñados por los buscatesoros. Es de sobra conocido que siempre se asociaba sitio encantado con tesoro, igual que había casas en las que se decía que salían encantos (fantasmas) y por lo tanto escondían tesoros en su interior.

El hecho es que los que por entonces, o alguna década después, éramos niños e íbamos Camino del Piche, pasábamos junto al Peñón de los Encantos corriendo a más no poder. Y si se iba en grupo nadie quería ser el último en pasar por miedo a ser atrapado por el fantasma.

En un extremo de la Carrera se inicia la senda que conduce a la Venta de los Pavos y desemboca en el Camino Real. Camino de trabajos, esfuerzos, lágrimas y risas de metas conseguidas. En la margen derecha un enorme tajo clava su cuerpo en la tierra. Bajo él los paisanos habilitaron corralizas para cobijo de sus animales. Su orgullosa presencia causa asombro y cierto respeto. Hasta hace poco la gente evitaba pasar de noche cerca de él. Un aire de miedo, recelos, sombras enervantes, misterios de embrujos y tal vez supersticiones cubrían sus hombros calizos. Se dice que una princesita del Castillo encontró su muerte un día de horrorosa tormenta. Paseaba por Espiche. De pronto el cielo se cuajó de rayos, truenos y una lluvia copiosa. Pretendió regresar al Castillo. Sus pasos se hicieron inciertos tropezando a cada instante. Llegó al arroyo del Puertecillo. El agua parecía tener brazos gigantescos que se apoderaron de ella. Su cuerpo fue arrastrado destrozándose en las piedras y zarzas del cauce desapareciendo. Dicen que, algunas veces, en los anocheceres, se aparecía sonriente sobre el pico del peñón. Otros aseguran que, quienes murieron y se aparecían riendo y bailando en las alturas, fueron dos hijas que herían sin piedad y laceraban el alma de su padre constantemente. Las aguas con sus fauces las mordieron y fueron volteándolas hasta hacerlas desaparecer.

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