Saca de corcho
Uno de los trabajos más difíciles, arriesgados y más humanos es la "Saca de Corchas", consiste en quitarle esa capa externa de corcho al alcornoque o "chaparro" como se le conoce a nivel popular.
Esto ocurre cada nueve años y dicha operación se realiza desde mediados de junio hasta finales de agosto, en medio de una climatología adversa de extremado calor, de treinta y cinco a cuarenta grados, incomodidades, alto riesgo,...un trabajo que necesita muchos "suores" (sudores), aunque gratificante por los altos jornales que se cobran para el trabajador.
Faraján, es uno de los pueblos más pequeños de la provincia de Málaga, pero grande en esa riqueza vivencial de sus personas y gentes.
Un pueblo poblado en su casi totalidad de bosque mediterráneo compuesto de quejigos, encinas y alcornoques de los cuales se extrae el corcho.
Un pueblo en que son sus parajes poblados de chaparros de donde se extrae el corcho: Chúcar, Castañalejo, Bodega, Solana, Los Perales, Chorruelo, Quejigal, Junquín, Rural, Nogueras, Maja Bazana, Nueva Yor, el Bendito; lugares en que cada nueve años se efectúa la operación de la saca, lugares en que en estos parajes a treinta y seis grados, con esas calimas propias, el canto monótono y rabioso de las chicharras… se escucha de vez en cuando:
"¡Aguaooo!, ¡Un tapón!"
El tapón, claro está, es una pequeña copa de aguardiente con agua fresca de un búcaro para refrescar el cuerpo achicharrado al sol de esta Andalucía.
Las aplicaciones del corcho ya las sabéis o lo imagináis; calzado, tapones de botella para vino, garrafas, envases y hoy en día con el avance de la industria, tarjetas, carteras, vestidos, antitérmicos.
La calidad del corcho de estos lugares es bastante buena. Hay una serie de clases, creo que hasta catorce en las que el calibre, porosidad, color, el ser compacto, factores que condicionan el precio y calidad.
- Este corcho tiene "buena masa", me dice Ramón.
Claro que si en vez de sacarlo cada nueve años se deja un año o dos mejora el calibre y su compacticidad pero a partir de doce años pierde calidad, se hace "maera".
-¡Bueno, Ramón! Vamos al grano, al turrón, al "suo"…
-Verás, Roge, lo primero que se hace es echarle un vistazo al chaparro para ver si presenta alguna dificultad, pues hay algunos que tienen una mala “leche”, que para qué te voy a decir. Después se empiezan a abrir los escalones que precise el árbol hasta llegar a la “cruz” y si hace falta hasta el final del recorte.
Mientras, otro corchero va cortando las trabas de los escalones para que quede suelto el espaldar. Al mismo tiempo va haciendo la bolilla, dejando el último escalón “agarrao” para facilitar que el de arriaba se baje. Bueno así estamos desde las siete de la mañana hasta las diez en que nos comemos la “sopa” y el “bolo”. Verás, la sopa la hace el cocinero a base de pan, caldo de la olla con tocino añejo y hueso. Y al final se deja la mitad y se hace “el bolo” que consiste en echarle a esa sopa que se ha dejado aceite, “sá”, hierbabuena y se come con la cuchara agarrada con el puño y dando un paso “adelante” metiendo la cuchara en el bolo y después un paso “atrás” para que el siguiente corchero haga lo mismo.
-¿Ramón, por qué se llama Bolo? -Será porque se hace una bola en la garganta y no pasa para abajo, digo yo.
El bolo hay que comerlo rápido y ligero. Será para que no dé tiempo arrepentirse.
Bueno, después echamos un cigarro y comenzamos de nuevo la misma faena hasta el próximo cigarro que es cada dos horas y esperando que llegue las tres de la tarde en que se para el trabajo y comemos la olla.
¿Cómo es esa olla que se come en El Corcho, Ramón?
-Es a base de garbanzos, papas, tocino del tiempo, la carne no se le echaba, no se podía costear. ¡Garbanzos ahí! ¡Berza… ninguna! Da muchos temblares en el trabajo. El tocino es medio añejo. Lo buena que esta la olla, y lo bien que se encontraba uno. Después viene la siesta, dos horas de descanso en lo alto de una plancha de corcho o de un motón de matas y helechos, cada uno donde pille. Así hasta las cinco de la tarde en que se vuelve a trabajar hasta las siete en que hay otro cigarro de media hora y por último a las ocho de un descanso pequeño casi en lo alto del árbol y que se llamaba “colilla”. A las nueve o nueve y media volvemos al “jato” a descansar, lavarnos, refrescarnos y cenar. La cena es un gazpacho con agua fresca como he dicho antes, con tomate, ajo, pimiento, “sa” vinagre, aceite y algún migaron de pan que se tomaba en un librillo. Siempre tiene que estar fresca y te refresca. Algunos tomamos un trozo de pan con tocino si había sobrado de la olla. Después de cenar tenemos carta blanca para tomarnos unos vasitos de vino blanco “amontillao” de las garrafas que nos llevamos. Algunos aprovechaban para escribirle a las mujeres o novias. Yo “masivo” con lo que fui a la escuela, leo perfectamente lo que escribo, lo que escribe otro no lo entiendo.
-Bueno, Ramón espero entiendas lo que he escrito y que tú me has narrado.
-Te invito a una cerveza…
-¡Vale, échala!
-¡Me acuerdo, Roge, que en los años cuarenta, fui un día a trabajar y me echaron una hogaza de pan tierno de ese que hacía Patrocinio que daba la hora, y antes de llegar a los “malecones” de la fuente de arriba me lo comí a pedazos. ¡Qué hambre había entonces. Igualito que ahora!.
-Bueno, Ramón, otro día continuaremos otra conversación, pues me tienes que contar muchas cosas...
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