Convento de Nuestra Señora de la Consolación de las Algaidas

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Nombre del monumento

Convento de Nuestra Señora de la Consolación de las Algaydas

Siglo y año de fundación

Siglo XVI (30 de noviembre de 1566)

Periodo histórico

Edad Moderna

Promovido por

Tres personajes
  • D. Pedro Téllez-Girón y Velasco, Primer Duque de Osuna.
  • D. Juan Navarro, Ministro Provincial de Andalucía y del Reyno de Granada.
  • D. Francisco Blanco y Salcedo, Obispo de Málaga

Arquitecto

Titularidad

Eclesiástica

Catalogación

Bien de Interés Cultural


El Convento de Nuestra Señora de la Consolación de las Algaydas, de la orden recoleta, es un edificio fundado en 1566 por Pedro Téllez de Girón, primer duque de Osuna. En esta fundación tiene su origen el actual municipio de Villanueva de Algaidas, al ir construyendo viviendas en su entorno.

Fundación del Convento

El Convento de recoletos de San Francisco de Asís, titulado de Nuestra Señora de la Consolación de las Algaidas, fue fundado por el primer Duque de Osuna, don Pedro Téllez Girón, en el año 1566, dotándolo de un "situado diario de pan". El día 30 de noviembre del citado año, fue concedida la licencia para la fundación por el entonces Obispo de la Diócesis de Málaga Francisco Blanco y Salcedo, además de recibir el apoyo de Fray Juan Navarro, Ministro Provincial de los franciscanos.

En la fundación del convento participaron: una comitiva enviada por el Ministro Provincial del Andalucía y del Reino de Granada, encabezada por su secretario, Francisco de Rivera; un escribano, Pedro de Toledo, y dos testigos enviados por el Duque de Osuna; Los últimos tres eremitas de las cuevas, Fray Sebastián de San Antón, el Padre Góngora y Fray Baltasar de San Pablo, este último se convirtió en el primer Guardián del Convento.

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Firma de Fray Baltasar de San Pablo, primer Guardián del Convento, en la carta de fundación del mismo.

Siglo XVI

Su principal medio de vida residía en los bosques que circundaban el entorno y con el que surtían de madera a la Marina Española, además del aprovechamiento de la bellota.

La cercanía de aquellos inmensos bosques convierte a los monjes franciscanos en expertos en el tratamiento de los males de los árboles, principalmente encinas, que crecían apiñados.

El origen del nombre de la nueva villa de las Algaidas está muy claro: es un vocablo árabe que significa bosque, para algunos arabistas tupido, espeso, y para otros monte verde o alegre. El topónimo traducido correctamente sería Villanueva de los Bosques.

Siglo XVII

El cuidado y explotación de los bosques era la principal y más lucrativa tarea de los lugareños. En el año 1628, según las crónicas, peligró la riqueza forestal a causa de un gusano que se cebaba en los árboles de bellota. Se acudió a los servicios de los franciscanos, que dieron la fórmula para luchar contra el mal como en otras ocasiones había ocurrido. El remedio, seguido de un conjuro, no erradicó la enfermedad. Unos años más tarde se reprodujo, recurriéndose entonces a las buenas artes de otro franciscano, fray Juan de Castro, que se hallaba en un convento de Motril, a quien le ofrecieron una buena limosna y le pagaron "la cabalgadura". La intervención de fray Juan fue decisiva, erradicando la plaga.

Siglo XVIII

El viejo bosque fue dejando claros en los que surgieron los siete núcleos que posteriormente se ayuntarían formando lo que hoy se conoce por Villanueva de Algaidas. Estos núcleos eran los de la Rincona, la Atalaya, Zamarra, Albaicín, Barranco del Agua, Solana y la Parrilla.

Siglo XIX

Poco a poco fue aumentando el número de viviendas que, con el tiempo, iban a dar lugar a un nuevo municipio. Sin embargo las nuevas casas no se hicieron alrededor de donde tenían su residencia los Padres Recoletos, sino en el paraje ubicado más arriba, donde hoy se asienta nuestro pueblo.

Siglo XX

Los restos que perduran del momento están en un estado muy deplorable debido al abandono del mismo que sufrió tras la Guerra Civil.

Arquitectura del Convento

La estructura de la iglesia se conserva gracias a la fortaleza de sus muros construidos con sillares muy bien labrados. El edificio es de una planta con un leve crucero que aún conserva la esfera que aguantó la cúpula. Los restos de pintura nos muestran el carácter figurativo y geométrico del exterior, y en el interior los escudos de las cinco llagas de San Francisco, la Cruz y la Palmera de Jerusalén.

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