Escuela Rural de San José en La Viñuela

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ESCUELA RURAL DE SAN JOSÉ

La escuela llamada de San José constaba de dos plantas y un aula única en cada planta. La de abajo para los niños y la de arriba para las niñas.

El aula de los niños tenía la entrada por la actual del edificio y era una sala alargada, con grandes ventanales y pupitres para dos alumnos con sus muecas para el tintero.

Los pupitres estaban situados a lo largo de la nave formando un pasillo único en el centro de tal forma que los niños estábamos unos frente a los otros, y el pasillo servía perfectamente para los paseos de vigilancia del maestro.

El primer maestro que tuve fue D. Juan Hijano Chicano por el año 1967, al que creo que todos los de mi generación le tenemos un gran cariño, a pesar de la regla que tenía y con la que nos medía la palma de la mano a diario. Por supuesto por meritos propios.

Tanto era así que nosotros mismos se la buscábamos de entre el camión de leña que de cuando en cuando llegaba a la panadería, ya que era fácil que se le partiera, pues no siempre manteníamos la mano quieta, sino que la retirábamos justo en el momento del impacto y por no dar en la palma daba en el pupitre y se partía.

Según se entraba a la derecha había una pequeña habitación que estaba lleno de trasto y en la que en alguna ocasión sirvió de prisión provisional, con la consiguiente algarabía de los niños que despertaba en nuestra imaginación los más terribles de los crímenes, siendo siempre el más común el de “Saca mantecas de los niños”

También teníamos, y no sé muy bien porque, unos subfusiles “Mause” reliquia de la pasada guerra civil y que con la escusa de ir a sacarle punta al lápiz, previo permiso del maestro, siempre aprovechábamos para simular algunos disparos a otro compañero, que por supuesto haría lo mismo a la primera ocasión que se le presentara.

Las anécdotas de estos primeros años de escuela en La Viñuela serían interminables, los recreos en la propia calle y en la puerta de la iglesia, con la pastilla de chocolate y un trozo de pan y la merienda, con el Cola Cao y el “ hoyo de aceite” ( vamos pan con aceite),las tardes de excursión, porque teníamos escuela como decíamos nosotros por las tardes.

Las excursiones consistían en ir a la Loma San José a echar un partido de futbol o incluso a la zona donde actualmente se encuentra el muro del pantano. La cosa no era fácil todo se decidía a una carta, cuando a las tres veíamos bajar calle abajo al maestro de tomar su café y echar su partidilla con los amigos, escudriñábamos su cara y si veíamos que no estaba de muy mal humor, nos decíamos, hoy ha ganado la partida y todos a coro y con las voces más dulces y tiernas de que éramos capaces de poner un grupo de salvajillos, le coreábamos!! DON JUAN VAMONOS DESCURSION, DON JUAN VAMONOS DESCURSION…!!!

Como conocíamos de su gran afición al futbol, y la verdad se le daba muy bien, y que siempre había quien le buscaba un manojo de espárragos pues, jugábamos con ventaja y no era difícil convencerle.

El aula de las niñas era otra cosa, tenían su entrada por el lateral izquierdo. Hoy se conservan las escaleras que dan acceso a una vivienda y su época a la escuela de las niñas.

Su maestra era Dñª Elisa Toret Frías. Desde abajo oíamos como lo primero que hacían por la mañana, tras esperar a la maestra de pie, era darle los buenos días a coro y con una cantinela que decía “buenos días señorita” tras el protocolario saludo rezaban un Padre Nuestro el Ave María.

Hecho esto la mayor de la clase era la encargada de izar la bandera de España en el balcón, que permanecería durante las horas de clase. Hoy perecerá absurdo pero en los años 60 la bandera sirvió para muchos como reloj de catedral. Eran muchas las madres que les servía de guía para saber más o menos la hora.

Los recreos eran comunes, pero eso no quería decir que jugáramos juntos, ya que había juegos de niños y juegos de niñas. Aunque no sé por qué lo que más nos gustaba era meternos con las niñas, éramos incompatibles, aceite y agua. De todas formas creo que lo que realmente pasaba era que queríamos estar con ellas pero no sabíamos cómo hacerlo, y nos dedicábamos tirarles hueso de almecina a las piernas, con unos largos canutos a modo de cerbatana, que nosotros mismos nos agenciábamos y que llamábamos “ zabuco” ni idea de donde puede venir el nombrecito. También disfrutábamos mucho metiéndonos en medio mientras saltaban la comba, en fin, sutilezas parecidas que de alguna forma nos permitía acercarnos a las niñas. Hoy no se entiende verdad, pero bueno fue nuestra época y fue maravillosa.

Sobre el año 1969 se construyeron las actuales escuelas con el nombre de Grupos Escolar San José de Calasanz. Con dos aulas en planta baja y dos viviendas para los maestros, en la segunda planta.

Los primeros años las clases siguieron siendo separadas Dñª Elisa con las niñas y Don Juan con los niños, pero a los pocos años las clases fueron mixtas.

Aquí sólo se estudiaba hasta 6º de básica, 7º y 8º se hacía en Vélez. Todos los días nos recogía el autobús escolar en Manao a las 08:30 horas, y seguía recogiendo por toda la carretera para llevarnos al colegio Zona Norte de Vélez Málaga. Rafael que era el conductor habitual nos llevaba firmes con un sargento de semana. Por la mañana íbamos medio adormilados pero a la vuelta ya era otra cosa, creo que sólo él, era capaz de controlar que al menos todos fuéramos sentados y al ser posible callados entre otras cosa porque no le dejábamos oír el programa de radio con que nos deleitaba todas las tardes “EL CANCIONERO” ( no entiendo como no me aficioné al flamenco)- Comíamos en el comedor y a las cinco y en otras épocas a la cinco y media de vuelta para La Viñuela. Pero bueno esto es ya salirnos de nuestro tema.

Esta Escuela Nacional de San José de Calasanz de La Viñuela, (hoy de Juan García) a todas luces era insuficiente para la escolarización, sobre todo del ámbito rural muy numeroso en esa época y diseminado.

Este detalle no se le escapo al que fuera obispo de Málaga entre los años 1947 y 1966 el Cardenal Ángel Herrera Oria, promotor entre los años 50 y 60 de unas 250 escuelas rurales en la diócesis

Esta fue una labor encomiable ya que permitió escolarizar zonas del campo que de otra forma y hasta la fecha había sido imposible realizar. Según los estudios de la época la zona comprendida entre Trapiche y Zafarraya, es decir todos los pueblos de nuestro entorno, tenían el nivel mas bajo de escolarización y por tanto el más alto de analfabetismo de toda la provincia, siendo a su vez Málaga junto con Jaén las de mayor índice de analfabetismo de España.

Estas escuelas capillas rurales vinieron a paliar estas deficiencias con gran éxito, ya que incluso en algunos lugares servía como escuela de adultos por las noches, y por su puesto su doble función con las que fueron creadas de escuelas durante la semana y capilla los domingos, por lo que las gentes del campo también pudieron sentirse atendidos en sus celebraciones religiosas, bodas, bautizos, misas, etc.

En nuestro entorno teníamos, por ser las mas cercanas la de Los Gómez, Portugalejo, Rio Bermuza, Puente De don Manuel, Los Romanes y Herrera.

De las cuales algunas siguen teniendo función de capilla pero ninguna de escuela, la mayoría ya no pertenecen al obispado y como la de Herrera está bajo las aguas del pantano.

Creo que en todos los casos la labor docente la realizaban maestras, que dependían del obispado y que se les daba un formación específica para desempeñar adecuadamente su función que por otra parte creo no ha sido reconocida socialmente la misión tan grandiosa que desempeñaron. En una época de carencias y penurias, donde los niños del habito rural no siempre podía permitirse el lujo de ir a la escuela, pues debían contribuir desde muy temprana edad en las labores del campo como el recto de la familia.

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