Etimología de la palabra Comares
Comares, es decir, la montaña donde se asienta, ofrece un relieve ciertamente quebrado. La subida, hasta la cima, que presenta un ligero declive, es áspera y empinada, por lo que, al subir, el resuello se acelera en gran medida. No debió ser, creemos, tarea fácil construir en todo lo alto una fortaleza. Así, pues, ya fuesen los focenses u otras culturas los que hubiesen tenido que ver con su fundación, la cuestión es que la construcción de dicho baluarte debió resultar, sin duda, una obra de titanes, pues no hay que olvidar que diversos materiales para su edificación debieron proceder de lo hondo del valle, donde hoy se asientan Salto del Negro, la Alquería y, también, del arroyo del Paume que, arrancando de Los Ventorros, va a convertirse, juntándose con el río de Las Cuevas, en el río Benamargosa y poco después en el río Vélez, rozando previamente la villa de Benamargosa.
Pero a pesar de todo esto, ¿dónde está la verdad? ¿De dónde extraeremos el origen de Comares? Debemos echar mano a la etimología de la palabra COMARES por si de esta forma alcanzamos a vislumbrar un acercamiento.
Según J. A. Estrada, Comares fue fundado “por griegos focenses con el nombre que tiene, interpretado lugar de muchos madroños”. Esto quiere decir que en los alrededores de la villa abundarían los madroños, ya que esta clase de arbustos, del que se conocen más de veinte especies, -concretamente el llamado “arbustus unedo”, llamado también “madroño”- era muy frecuente en las regiones mediterráneas y central, siendo así que, por abundar en otro tiempo en los bosques próximos a Madrid, el escudo de la Villa y Corte ostenta un oso levantado en actitud de comer estos frutos. No sería de extrañar, por tanto, que, puesto que dicho arbusto suele crecer espontáneamente “en terrenos frescos y montuosos”, -que podríamos referir respecto a Comares- fue tenido en cuenta por los focenses a la hora de aplicarle nombre a la montaña donde el referido castillo fue edificado: Kóuapov, Komaron, que traducido a nuestra lengua quiere decir “madroño”, o lo que es lo mismo: “tierra donde abundan los madroños”.
Es probable también, por otra parte, que la palabra Comares proceda de “comaro”, que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (ed. 1870), significa precisamente “madroño”, existiendo por tanto una significativa concordancia entre esta acepción y cuando decíamos en renglones precedentes.
No todo, sin embargo, está dicho aún. En nuestro deseo de crearle a la palabra Comares una identidad lo más clara posible, hemos querido ir un poco más lejos todavía y pulsar, de paso, una vez más, el sentido etimológico del término.
En Historia de Málaga y su provincia, de Ildefonso Marzo (ed. 1850), se dice -y esto es lo más positivo de todo cuanto hemos podido averiguar al respecto- que Comares viene de “comarix”, cuyo significado es “altura”. Esto nos parece definitivo, si bien, y según hemos podido averiguar, la palabra “comarix” no procede precisamente del árabe, sino que se trata más bien de una voz bereber. Como podemos ver, ambas voces, “comaro” o “comarix”, se acercan sensiblemente en cuanto a Comares se refiere: la una por los madroños, cuyo arbusto, como decíamos, abundaría en otros tiempos por esta zona, y la otra por la altura en que fue levantado el primitivo castillo comarés.
Pero no quisiéramos detenernos aquí. Porque se nos ocurre pensar que, puesto que los árabes “vinieron después”, acaso aprovechasen la voz griega “komaron” o “komaros”, por aquéllo de los madroños, cabe la posibilidad de que fuesen precisamente los griegos focenses, quienes fundaron Comares allá por el primer tercio del siglo IV a. de C.
Pero cabe argumentar aún más. En el libro titulado Descripción del Reino de Granada bajo la dominación de los naseritas, sacado de autores árabes y seguido del texto inédito de Mohammed Ebn Aljathib, escrito por Francisco Simonet, profesor de Lengua Árabe en el Ateneo de Madrid (ed. 1860), leemos lo siguiente respecto a la villa de Comares:
Hisn Comarix, hoy Comares. Fue plaza fuerte y célebre por sus poderosos walíes, que en unión con los de Málaga y Guadix dieron tanto que hacer a los reyes de Granada. Ebn Aljathib celebra esta población diciendo que era un lugar muy importante, punto de parada para el viajero y reposo de la abundancia. Sus aguas eran corrientes, es decir, copiosas, y sus alimentos puros; era rica en labranza y plantíos; de mucho aceite, almendras e higos, pero se aventajaba principalmente por sus viñedos. Solía ser un poderoso rebelde, cuyo auxilio imploraban con tesoros los corazones de los reyes más insignes.
La etimología, pues, de la palabra Comares parece que se acerca a una clara definición: “Hisn Comarix”, es decir, “castillo en la altura”, tal y como nos apunta Simonet, hace ahora más de un siglo.
No obstante, al paso del tiempo se han vertido determinadas especulaciones sobre el tema, que dicho sea de paso no nos han proporcionado, sin embargo, demasiada credibilidad, a pesar de que en las mismas han intervenido incluso destacadas personalidades del mundo de la investigación.
Luis de Mármol, por ejemplo, (1520-1599), nos dice que la palabra comares proviene “del nombre de una hermosísima torre labrada ricamente por dentro, de una labor costosa y muy preciada entre los persas y surianos, llamada “comarraxia”.
Lafuente Alcántara, por otra parte, como se sabe historiador ilustre, nos dice que la Torre de Comares, en la Alhambra, tomó tal apelativo “porque la labor que la hermosea es del gusto pérsico, imitando a la que los orientales llaman “comarragia”, lo que guarda similitud con el párrafo anterior.
Por otro lado, Sánchez Mármol, en su libro Andalucía Monumental (Granada 1985), nos dice que el nombre de Comares procede de la palabra Qamariyya con que se conocían las vidrieras de colores que sin duda ostentó el interior de esta torre, diciéndonos también que “fue edificada en vida de dos monarcas, Abu-I-Hayyay Susuf I y su hijo y sucesor Abu abb Allah, Muhammad V, cuyos reinados (1333-1354) fueron los más brillantes de la época nazarí”.
Un corto recorrido, sin embargo, por el campo etimológico-toponímico del término vendría bien para el estudio emprendido, siguiendo de cerca los estudios que, en este campo, ha llevado a cabo, en profundidad, José Baquero Luque:
COMARES. A raíz de la invasión árabe, los pueblos andaluces están gobernados por “COMES”, o sea “CONDES”, dependientes del Rey. Estos “comes” impartían justicia, cobraban impuestos, etc. Los invasores musulmanes les imponen una tesitura: o se convierten a la religión islámica, a cambio de no pagar impuestos, o siguen en su religión cristiana, pagándolos. Es un hecho comprobado que la población de Comares y aledaños decide seguir en su religión cristiana, aceptando pagar los impuestos que les correspondieren. El acuerdo consiste en que el “comes” sigue cobrando los impuestos para el nuevo Estado musulmán, independientemente de que el mismo se convierta o no a la religión musulmana.
Por lo tanto, el topónimo COMARES puede tener su etimología en la palabra hispano-latina “Comes”, o “Comitis”, igual a “Conde”, “Gobernador”.
Sería, pues, la procedencia citada (Comes) que el mozárabe convertiría en “COME-RES” y posterior cambio de la E de “comes” por la A, propio de la influencia árabe”.
Posiblemente, aunque bien mirado todos cuantos estudios se han hecho sobre el particular se han asomado al terreno de lo hipotético, que, sin embargo, no nos atrevemos a menospreciar dado el conjetural ángulo en el que nos hallamos.
Como reforzamiento a todo cuanto llevamos dicho, deberíamos agregar que la voz “cámara”, tal y como la define nuestra Real Academia de la Lengua, viene del latín “camara”, y ésta del griego “kamara”, bóveda, cámara. Es también, y por extensión, “feudo”: contrato por el cual los soberanos y los grandes señores concedían en la Edad Media tierras o rentas en usufructo obligándose el que las recibía a guardar fidelidad de vasallo al donante, prestarle el servicio militar y acudir a las asambleas políticas y judiciales que el señor convocaba.
Existe también la expresión “feudo de cámara”, que es el que está constituido en situado anual de dinero sobre la hacienda del señor, inmueble o raíz. Durante la Edad Media existieron en Comares grandes señores que se arrogaban el derecho a disponer de vasallos (¿la familia Axquilula?), los cuales estaban obligados a “guardarles fidelidad y a prestarles toda suerte de servicios”.
Por otra parte, habría que agregar también que en Galicia se emplea cuasi homónima denominación “cómaro”, para designar aquella faja de terreno “que alrededor de una heredad agrícola se deja sin roturar para que sirva de tránsito, y también para que los muros que la cercan no ahoguen el fruto”. Pero ésta es una acepción que, a nuestro modo de ver, se aparta por completo del planteamiento anterior, el cual nos parece, al menos, más razonable.
De cualquier forma, Comares está ahí, ofreciéndonos de mil maneras el señalado atractivo de su historia, de sus incógnitas y de sus raíces. Dejémoslo así, porque, por otra parte, tenemos la convicción de que cuanto se ha dicho ha rozado el terreno de lo hipotético, como muy bien habrá podido comprender el lector. No obstante, y a falta de otras mejores, las acepciones vertidas -al menos aquéllas que nos acercan a lo helénico- vendrían a “confirmar” a ultranza la intervención de los focenses en la fundación de la fortaleza de Comares, tal y como nos plantea Estrada en su libro.
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