Manuel Ropero Herrera

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Manuel Ropero Herrera, nacido en Villanueva de Algaidas, fue zapatero de profesión. Hombre culto y de alto sentido de la justicia, tras la guerra fue nombrado Juez de Paz con el beneplácito de todo el municipio. Tanto, que el ayuntamiento dedicó a su memoria la calle donde vívía.


Biografía

Fue un hombre sencillo, honesto y trabajador. Manuel y sus hermanos fueron zapateros y vivieron todo lo que pasó en la guerra y la posguerra pero no fueron molestados ni se señalaron en nada, sólo ayudar en lo que podían. Mi abuelo era un hombre culto y recurrían a él siempre que necesitaban algo que pudiera arreglar.

Cuando terminó la guerra, el General Varela lo nombró Juez de paz porque todo el pueblo estaba de acuerdo para que así fuera, por su bondad y su sentido de la justicia, y por ese motivo poco después le pusieron su nombre a la calle donde vivía que todavía lo conserva: Calle Manuel Ropero.

Murió con 86 años en Villanueva de Algaidas, pueblo y gente de la que se sentía orgulloso. Lo acompañó la mayor parte de su vida su mujer, Francisca Aguilar Ruíz, que murió con 100 años en la misma localidad.

Tenía bigote, era algo y delgado, de buena presencia. Su nieta, con ojos de niña lo veía guapo y serio, pero no distante.

Manuel y Francisca tuvieron 5 hijos (Matilde, Virtudes, Manuel, Juan y José). Los varones aprendieron el oficio de zapateros.

Conocía la importancia de saber leer y escribir, y luchó para que sus hijos e hijas no fuesen analfabetos, sino que pudieran ser libres e independientes. Su nieta (hija de José) recuerda que solía llevarme al parvulario de pequeña y por el camino siempre veía como la gente se le acercaba y él procuraba ayudarles siempre en todo lo que podía.

Creyó en la igualdad de todos los seres humanos, en la paz y siempre ayudó a los menos afortunados. Por la noche su casa se llenaba de gente para que les leyese las cartas que venían del frente de batalla y también le pedían que escribiese a la gente que tenían en combate sin cobrar nada por ello. A pesar de todo ello, nunca tomó partido por ningún bando.

Construyó el futuro de su familia buscando la paz, la igualdad y sin distinción entre ricos y pobres. Solía leerles historias y explicarnos su significado. Su personalidad influyó en la gente que le conocía.

A sus hijos les inculcó siempre el amor por la lectura y por la comprensión y su curiosidad por saber, conocer y la motivación para difundir los conocimientos.

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