Saeta
La saeta se ha considerado como el cante de los marginados porque en época de la Santa Inquisición los condenados y marginados eran los que podían expresar sus sentimientos a través del cante de una saeta y solo en Semana Santa. Tiene también una estrecha relación con estas festividades por ser un cante triste resultante de la mezcla de varios palos flamencos (seguirillas, toná, solea...), teniendo en Málaga a su mejor representante en Antonio de Canillas, que la consige meter por malagueñas.
Dependiendo de las costumbres y lugares, la saeta tiene un lugar concreto donde cantarla o no. La forma más tradicional de cantarla es a pie de trono y sin lugar definido. El saetero decide el lugar y el momento donde encuentra la inspiración, teniendo cierto grado de expontaneidad.
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