Cementerio Dulce Nombre (Cañete la Real)
De entre los testimonios escritos que se conservan en Cañete la Real en relación al culto a las personas fallecidas y a los lugares de enterramiento, se ha querido resaltar estos datos que forman parte del patrimonio cultural del municipio. Con ello se pretende contribuir a la difusión y a la conservación de nuestras costumbres y de nuestra historia.
Durante los siglos XVI–XIX, los enterramientos se realizaban en las inmediaciones de los lugares santos tales como, las iglesias o las ermitas. Una prueba de ello es el sótano de la Parroquia de San Sebastián que sirvió de cripta hasta finales del año 1800.
También en el Convento de San Francisco (S.XVII), fueron inhumado algunos miembros de la Comunidad Franciscana, como el Padre Fray Luis Tejera, cuyas cenizas descansaban en la Iglesia del Convento delante de la puerta lateral.
Esta Comunidad, que estaba formada por 20 religiosos aproximadamente, solicitó el 27 de noviembre de 1793, un acuerdo de “Unión, Concordia y Hermandad” con la institución del Clero de Cañete. Este documento se redacto siendo cura propio y Vicario Eclesiástico el Beneficiado Francisco Sales de Almeyda y Reverendo Guardián el Padre Francisco Cervera. En dicho documento se recogen los detalles del ritual que correspondía en los entierros tanto del clero como de la Comunidad y Seglares.
"...Si el entierro era de un Sacerdote, era costumbre que cada Presbítero le rezara un responso delante del féretro; en primer lugar rezaba el responso el Sr. Vicario, a continuación el Padre Guardián, después el Beneficiado más antiguo, luego el religioso de más graduación y así continuaban alternando un religioso y un sacerdote secular hasta que todos terminaban..."
El Cementerio Parroquial de Nuestra Señora de los Remedios se ubicó junto a la Ermita de los Remedios, ambos desaparecidos actualmente. Fue D. Francisco Sales de Almeyda quien lo bendijo según el ritual romano, el 23 de septiembre de 1800, tras haber sido concedida dicha bendición el 30 de abril de 1800 por el Arzobispo de Sevilla, Luis de Borbón. Anteriormente, el 13 de septiembre de 1800, se había ordenado que no se diese sepultura en la Iglesia de Cañete ni en las Ermitas del pueblo a excepción de aquellos que tuviesen bóvedas o sepulcros propios.
Por otra parte, la Hermandad de Nuestra Señora de Caños Santos disponía de un acta de 1784 en el que constaba que si un hermano llegaba a la pobreza se le haría supernumerario y sería enterrado con todos los honores como los hermanos de número. Más tarde, otro documento de 1790 recoge que la hermandad diría 40 misas, a 3 reales cada una, a cada hermano difunto.
El Camposanto actual comenzó a ser utilizado el 15 de noviembre de 1860 ubicado junto a la Ermita del Dulce Nombre de Jesús, y la primera persona enterrada en él fue Mª de la Aurora Santos y Pérez, esposa de Francisco Durán y Romero, que falleció a los 65 años siendo Camarera de la Hermandad de Ntra. Sra. de Caños Santos.
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