Emilio Sanz de Soto-Lyons

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Emilio Sanz de Soto-Lyons, nacido el 6 de octubre de 1924 en Málaga y fallecido el 23 de noviembre de 2007 en Madrid. Fue uno de los grandes animadores de la vida cultural de Tánger durante los años 50 y 60. Historiador de cine y crítico de arte, además de colaborador con innumerables artículos en revistas y periódicos. Aunque estudió derecho, no ejerció la profesión de abogado, dedicando su vida al arte, en especial al séptimo arte, colaborando con cineastas como Luis Buñuel o Carlos Saura.

Intimo amigo del escritor Ángel Vázquez con quien compartió interminables charlas, largísimas cartas e innumerables confidencias.

Alguna de las películas en las que participó:

  • Llanto por un bandido (1964) - Asesor
  • Peppermint Frappé (1967) - Director artístico
  • Stress-es tres-tres (1968) - Director del departamento artístico
  • La Madriguera (1969) - Director artístico
  • Dulces horas (1982) - Colaborador artístico.

Escribió innumerables artículos, aunque no escribió un siempre postergado libro de memorias. Entre sus colaboraciones destaca:

  • "Los Surrealistas y El Cine" (p. 91-104). en: A.A.V.V. El Surrealismo. Coordinador: Antonio Bonnet Correa. Madrid: Universidad Menéndez Pelayo-Ediciones Cátedra, 1983. 230 p. ISBN: 84-376-0408-7

Participó en documentales como:

  • Luis Buñuel: constructor de infiernos (1986)
  • Censores y vencidos (1994)
  • A propósito de Buñuel (2000)

Diego Galán escribió en su obituario del 27 de diciembre de 2007:

"Emilio Sanz de Soto fue un literato sin novelas, un cineasta sin películas, un pintor sin cuadros, un profesor sin cátedra... y, sin embargo, su personalidad impregnó la obra de muchos artistas, desde el pintor José Hernández al novelista Ángel Vázquez, pasando en buena parte por el primer cine de Carlos Saura. "No puede escuchársele un día entero sin dejar de sorprenderse cada tres minutos", dijo de él José Luis Sampedro, y es que Emilio, como escribió su buen amigo Haro Tecglen, era "un genio escondido". En el Tánger legendario de los cuarenta y cincuenta, Sanz de Soto era referencia obligada de cuantos intelectuales buscaron refugio en aquella ciudad, desde Capote a Buñuel, de Burroughs al matrimonio Bowles, de Orson Welles a Tennessee Williams... Ninguno le dejaba escapar. Emilio lo sabía todo, y no sólo sobre Tánger, cuyo estatuto de ciudad internacional fue redactado en buena parte por su propio padre. Sanz de Soto era una enciclopedia viva, un intelectual reflexivo, en un tiempo, como decía Haro, en el que "ser tachado de intelectual podía ser peligroso, y también el ser cosmopolita". Era ameno como conferenciante; lúcido y preciso como esporádico comentarista de cine -hace tiempo, en Cahiers du Cinéma-; agudo como crítico de arte. Pero también era tímido e inseguro: se escabullía con mil artimañas cuando se le proponían libros, muy especialmente su autobiografía, temeroso de no estar a la altura. Era hombre de charla, de tertulia, como en los zocos árabes que tan bien conoció. Era como una lámpara mágica de la que el genio aparecía por prodigio. Los privilegiados que le tratamos sabemos de ello".

Bibliografía

  • Diccionario de escritores de Málaga y su provincia, pág. 900. Editorial Castalia, 2002.

Referencia

Este artículo incorpora material de una entrada de Wikipedia, publicada en castellano bajo la licencia GFDL.

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