Niño Jesús de Faraján
Niño Jesúsde Faraján.
Antigua Celebración
La Aurora, es la procesión que a las 6 de la mañana del Domingo de Gloria como aquí se llama, conmemora la Resurrección de Jesús, Mucho he preguntado e indagado para poder hacer una composición lo más exacta posible de sus orígenes. Estos, se remontan allá por los años 1840 aproximadamente y como el recordar siempre es esfuerzo arduo, nadie por supuesto recuerda con claridad lo que sus mayores le pudieron haber contado, tan sólo vagas reminiscencias de imágenes de habérselo escuchado a sus abuelos cuando eran niños o sus vivencias ya muy tenues.
Me cuentan, que originariamente existía una Virgen con un Niños Jesús en su brazo izquierdo y que era desmontable, es decir podía separarse el Niño de la Madre. Pues bien la noche del sábado Santo después de la Misa de Gloria, en el cual el primogénito de la familia “Gutiérrez” con una especie de capa morada asistía a presentar el Cirio Pascual, que según me cuentan era de grueso casi como una pierna y en el que el sacerdote clavaba una serie de tropos de cera en unas letras y números (empleo los adjetivos de un abuelo).
Este cirio era costeado por los beneficios que se obtenían de una finca llamada: “apeado” de Junquin. Después de la misa, los mayordomos escondían el Niños Jesús y lo preparaban y adornaba en un pequeño trono. A las 6 de la mañana salía la Virgen por las calles del pueblo buscando a su hijo. Daba por lo que me cuentan dos vueltas en absoluto silencio a todas las calles del pueblo acompañada tan sólo por el recogimiento de sus devotos y el leve y dulce sonido de una campanilla. A la que hacia la tercera vuelta, sin saberlo nadie aparecía por uno de los caminos que llegaban al pueblo con gran ruido de petardos, cencerros, cohetes, ruidos de platillos y todo lo que pudiera representar algarabía, el Niño Jesús Resucitado o de la Aurora.
Los devotos de la Virgen, acudían hacia donde provenía el estrepitoso ruido, teniendo lugar el encuentro de los dos tronos con sus imágenes respectivas y que se solían hacer una serie de reverencias, cortesías, saludos y cumplidos hasta que se juntaban y volvían al templo, en el cual el sacerdote le entregaba el Niño a su Madre; es decir lo volvía a colocar en su brazo izquierdo. Todo el pueblo se iba a festejar el acontecimiento de la Resurrección de Jesús en la imagen de un Niño muy pequeño, que querrá simbolizar, una nueva esperanza y vida.
Solía realizar un huerto en la Plaza del pueblo, adornado con todo lo que se puede encontrar en él; ramas, árboles, yedra, productos de huerta... ya que en los Evangelios se hace referencia a que vivieron a un jardinero en el huerto y que creyeron había robado el cuerpo de Jesús. “... ¿Mujer, por qué lloras?... - Si lo has llevado tu, dime donde lo has puesto...” (San Juan, 20, 3, 15). Este huerto que he mencionado, lo realizaban lo más exactamente posible. Arrimaban cargas de la tierra a la plaza, haciendo surcos y trasplantaban lechugas, ajos, y otros productos de la huerta.
No era ningún problema escoger lo mejor para el Huerto del Niño: el mejor naranjo, lo mejor de cualquier huerto o finca era cortado y arrebatado en la oscuridad de la noche para ponerlo en el Huerto del Resucitado.
Celebración actual
Por lo visto fue con la implantación de los partidos políticos cuando ya los de uno y otro bando, se cortaban lo mejor no para el Niño Resucitado, sino como me dicen para hacerse daño y claro las autoridades tuvieron que intervenir y prohibir “El Huerto” que lleva ya casi cien años sin celebrarse.
Hoy en día se sigue realizando este huerto en muchos pueblecitos del Valle del Genal: “Cartajima, Alpandeire, Júzcar.. donde se llama: “El huerto del Niño”. Suelen organizar y costear dicha fiesta (música, comida, baile, cohetes...) cuatro muchachos y dos muchachas que se les llaman mayordomos del Niño. El nombramiento de mayordomo no suele hacerse por oficio sino según una curiosa costumbre de adornar con palmas y flores las puertas de las mayordomas entrantes o elegidas para el próximo año y colocar un enorme pino en la puerta de los mayordomos.
Durante los días precedentes al Domingo de Resurrección, se suelen cortar ramas de pino, árboles, arbusto… y adornar con ello la plaza y calles principales haciendo como una especie de cueva de ramajes y flores especie de un pequeño huerto con toda clase de hortalizas y en donde se coloca la imagen de un Niño Jesús resucitado sin lugar da dudas como simbología a una nueva vida de ilusiones, alegrías y esperanzas.
Este huerto lo suelen hacer el sábado por la noche en un lugar del pueblo desconocido y no fijo, en el que las mayordomas se sientan a partir de las cuatro de la mañana a dar compañía y cortejo al Niño Resucitado, hasta que se hace de día y que tras la celebración de la Santa Misa, sacan a la Virgen en procesión que sale al encuentro en busca de ese Niño. Encuentro que se realiza por medio de una serie de vaivenes, cortesías, reverencias, cumplidos... por parte de los tronos portados por los mayordomos.
Las fiestas solían durar antiguamente tres días y cada mayordomo daba un convite en su casa a amigos y devotos. Hoy en algunos pueblos, como Alpandeire, se suele hacer una degustación de dulces caseros y bebidas y con el dinero recaudado costear la fiesta y baile.
En Faraján, al dejar de celebrarse el huerto, la energía popular desvió hacia otras formas de celebración. Toda la noche de juerga bebiendo los mostos y aguardientes que aquí abundaban, no hay que olvidar que en el año 1927 existían en Faraján una Sociedad de alcoholeros que la formaban 32 miembros, según leo en los Estatutos de dicha Sociedad y claro con tanto aguardiente, resultaba que llegaba la hora de la procesión y casi todos iban como “cubas” por lo que se le denomino durante cierto tiempo la procesión de los “borrachos”. Hay quien me cuenta que b ajo la chaqueta llevaban sus “majuanitas” de aguardiente para darle de vez en cuando un tiempo al asunto y no decayera la alegría propia de la fiesta. También era normal después de una Semana Santa de abstención penitencia, rezos, procesiones, comida de vigilia a base de potajes de garbanzos con hinojos, tortillas de bacalao, ídem de verduras, arroz con leche, rosquillas etc, era lógico una explosión de alegría, gozo y júbilo.
La actual imagen, es una talla pequeña de madera de cerezo con una capa fina de escayola de aproximadamente 50cm de alta, expresa una dulce sonrisa y una pureza de mirada aunque algo perdida. Supongo que no es fácil hacer una talla de un resucitado, tal vez esa mirada perdida lo hace más atractivo a la extrema y loca devoción popular. El pelo recogido en media melena hacia atrás, algo ondulada y reunida en la nuca de la que sale una corona en forma de tres potencias. En su mano izquierda sostiene una bola redonda rematada con una cruz, que representa el mundo o Tierra. La mano derecha está como dando la bendición los dedos índice y corazón semi inclinados, anular y meñique semi cerrados sobre la mano y el pulgar en forma vertical. Esta talla es de aproximadamente el año 1940 comprada por las hermanas Patrocinio y Rosario Delgado. Posteriormente la camarera fue su sobrina, Flora Delgado Delgado, y me cuentan como anécdota que cuando sus tías lo encargaron que no recuerdan si a Madrid, Sevilla... estuvo seis meses desaparecido: es decir sin llegar a su destino Faraján.
Hoy tan solo ha quedado la procesión y el gran alboroto que se organiza “a priori” para despertar a todo ser viviente del pueblo, para que éste acuda a la procesión de buen agrado o por “narices”, ya que no podrá volver a “pegar ojo”. Estos años atrás se realizaba con cierto fervor religioso dicha procesión dirigida claro está por el sacerdote que vivía de ordinario en esta localidad y que solían “imponer” por así decirlo los cantos a tal acontecimiento religioso, pero que en ningún año ha dejado de cantarse la canción del “ZAPATERO” como aquí se le suele llamar. Entre las estrofas que he podido recoger de esta canción de la Aurora o Zapatero a nivel popular están:
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