Oman Ben Hafsun
Nació en tierras de Ronda, por el año 854, en el seno de un hogar visigodo muladí, hoy alquería de Torrichuela, municipio de Parauta.
Listo, más que el hambre; contestatario; rápido, como el viento; captador de simpatías; valiente; emprendedor, como un banquero; y encima, alumno aventajado de la universidad de los reveses.
Para empezar, de zagal hubo de emigrar a Tahot (Marruecos), donde trabajó de sastre: buen noviciado para enseñarse a pinchar con acierto.
Entre sus amigos de circunstancias había uno que descubrió en él excepcionales dotes de organización y de mando. Este no cesaba de animarle a regresar a España, porque los compatriotas le necesitaban, tanto como los mozárabes, de quienes descendía, como de los muladíes, a los que pertenecía, para derribar a los Omeyas.
Decidiose y recruzó el Estrecho, acogiéndose a la benevolencia de un tío suyo, muladí acaudalado. A poco de llegar, expuso a su tío las predicciones del amigo de Tahot. Y lo hizo con tal calor y maestría que le ganó el corazón y la faltriquera. Con el respaldo económico del tío y con su piquito de oro pronto se bienquistó con un piquete de valientes y temerarios. Asociados y comprometidos solemnemente, fijaron su cuartelillo en la ruinosa fortaleza romana de Bobastro, sobre la mesa de Villaverde, mirando a las gargantas del Chorro, e iniciaron su tarea liberadora como guerrilleros, en 884. Muy pronto surgió en Bobastro y crestas adyacentes una ciudad en toda regla, con todo lo que ello comporta: Obispo, Clérigos, ulemas, monjes, religiosas,militares; en fin una urbe más que bien dotada y muy poblada. El sueño de Ben Hafsun y los suyos era lograr un reino cristiano en el sur como ya lo eran en el norte de la Península. En momentos ofrecieron la corona a Alfonso III y Odoño II de León, que la rechazaron. Si la hubieran aceptado, tal vez, se hubiera consumado la reconquista. Oman Ben Hafsun, presionado por su conciencia, los ejemplos de su hija Santa Argentina y el recuerdo de su esposa Columba, siempre cristiana, se hizo bautizar con el nombre de Samuel. Era el año 890. Ello defraudó a muchos muladíes de los que aspiraban a suplantar a los Omeyas en los mandos estatales, pero apiñó, tenazmente, en su entorno a los mozárabes.
De sus hijos con Columba, además de Argentina, sobreviviéronle los cuatro varones Solimán, Diafar y Hafs, pero ninguno de los cuatro eran de la talla de su progenitor. Con la muerte de Omar Ben Hafsun iniciose el derrumbamiento del reino que él creara y los cristianos libres del norte no supieron, ni quisieron apuntarlo.
La ciudad de Bobastro cayó en manos de los soldados de Abderramán III el 19 de enero de 928, siendo brutalmente arrasada y los vecinos llevados a Córdoba. Con los prisioneros iba el cadáver de Samuel, que clavaron en un poste, para que le escarnecieran la ciudad califal, tomaran nota los levantiscos y aprendieran todos los iberomagrebías a no rechistar.
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