Petra de San José Pérez

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Madre Petra de San José (n. Valle de Abdalajís (Málaga), 7 de diciembre de 1845 - † Barcelona, 16 de agosto de 1906), religiosa.

Biografía

Su nombre de bautismo era Ana Josefa Pérez Florido. Fue la más pequeña de cinco hermanos. Sus padres, José Pérez Reina y María Florido González, la educaron en un ambiente familiar verdaderamente cristiano.

A través de sus escritos, de los testimonios de quienes la conocieron y de la obra que nos dejó, se llega a la conclusión de que poseía una fuerte y magnética personalidad; inteligente, de agudo ingenio, segura de sí, tenaz, efectiva y emotiva, pero equilibrada, muy sensible al dolor ajeno, alegre, sencilla, de simpatía arrolladora, con un claro y coherente proyecto de vida... Cualidades que, luego, se verían dinamizadas y transformadas por el Espíritu de Dios, al que siempre se mantuvo abierta.

Al llegar a la adolesciencia, como cualquier joven de su edad, Ana Josefa se enamoró de un apuesto joven del pueblo, José Mir, al que amó mucho y con el que rompió, cuando Cristo, de manera muy singular, se cruzó en su vida. A partir de entonces no tuvo otro deseo que consagrarse totalmente a El. Con la firmeza y tenacidad que siempre la caracterizaron, se dedicó a la oración y al cuidado de los más necesitados, especialmente de los ancianos abandonados.

Su entrega al Señor y su espíritu de servicio los compartió, primero con una joven muy piadosa y caritativa, Josefita Muñoz Castillo, y más tarde, con Frasquita e Isabel Bravo Muñoz y con Rafaela Conejo Muñoz. Con ellas extendió su acción caritativa hasta el vecino pueblo de Álora.

Una vez muerto se padre, en 1877, la senda hacia la vida religiosa queda despejada. Una frase suya, de esta época, condensa muy bien lo que fue para siempre la consigna de su vida: "Señor, vos sobre todas las cosas".

Por consejo de su confesor ingresa en la naciente Congregación de las Mercedarias de la Caridad, en 1878. Unos meses más tarde, convencida de que el Señor no la quiere allí, sale de las mercedarias y guiada por su confianza en el Señor y por su profundo sentido de fidelidad a la Iglesia, presenta su situación al Obispo de Málaga, D. Manuel Gez Salazar, quien con palabra profética, pone fin a su incertidumbre y le señala un camino que ella, en su humildad y sencillez, jamás se había planteado: Fundadora de una nueva Familia Religiosa en la Iglesia, las Madres Desamparados.

Las compañeras del Valle que la habían seguido en la Congregación de las Mercenarias -Frasquita, Isabel y Rafaela- la siguen, igualmente ahora, al salir de la misma; ya que comprenden, lo mismo que ella, que el Señor no las llama por ese camino. Las tres, como Madre Petra, serán Madres de Desamparados, formarán parte de la primitiva Comunidad Fundacional y llevarán, respectivamente, los nombres de Madres de San José, Madre Natividad de San José y Madre Trinidad de San José.

Madre Petra comienza su itinerario de Madre de Desamparados con la emisión de sus votos temporales, en la Iglesia de San Juan Bautista de Vélez-Málaga, el 2 de febrero de 1881. Su consagración definitiva al Señor tuvo lugar en la Casa de Ronda ( Málaga ) el 15 de octubre de 1892. Una oración-ofrenda, compuesta por ella misma, en este día, pone de manifiesto la verdad y radicalidad de su entrega: "Señor, disponed de mi, a toda vuestra voluntad, a toda vuestra libertad... y como dueño absoluto y legitimo de todo mi ser. Haced que todo lo que haga sea acepto a vuestros purísimos ojos; de otro modo no quiero vivir".

Obra de la Beata Petra como Seglar Primer asilo

En 1873 alquiló una casa en la calle Alameda. Allí recogió a los ancianos desamparados del pueblo. A esta tarea se le agregó una prima: María de 18 años que falleció a los 7 meses de unirse a la Beata. El padre de María, al morir esta, realizo un donativo que les permitió comprar la primera casa. Estaba frente a la Iglesia Parroquial y aún continua llamándose la “Casa de los pobres”. Al acondicionar el nuevo hogar la Beata y Josefita se trasladaron a vivir con los ancianos que cuidaban. Josefita era enfermiza y la Beata Petra también tenía que ocuparse de ella. El trabajo de Ana Josefa atrajo a otra joven: Francisquita Bravo Muñoz, más tarde sería Madre Magdalena de San José. Con el tiempo se añadiría a la Obra la hermana de Francisquita: Isabel Bravo Muñoz.

Segundo asilo

Al ser cuatro las jóvenes dedicadas a esta Obra, aunque Josefita seguía muy enferma, según varios biógrafos de la Beata, esta tuvo que tener mucha paciencia con ella y dedicarle buena parte de su caridad, decidieron abrir otro asilo en una población cercana: Álora. Se instalaron en la calle Santa Ana nº 10. Alquilaron la parte trasera de la casa que constaba con un pequeño patio, un cuarto en planta baja y una cámara con acceso. La inauguraron el 19 de marzo de 1877. El padre de la futura Beata había fallecido el 11 de enero de 1877 lo que permitió que Ana Josefa junto con Josefita se instalaran en el nuevo asilo. Aunque Josefita no duró más de 15 días y fue sustituida por Isabel Bravo. Fueron acogidos en un principio 18 ancianos.

El quinto miembro de la Obra fue Rafaela Conejo Giménez que llegaría a ser Superiora General de la Congragación con el nombre de Madre Trinidad de San José.

La Consagración religiosa

En mayo de 1878 la joven Rafaela y Josefita se trasladan a Málaga, a Rafaela su médico le había prescrito que tomara baños de mar. Una vez allí entraron en contacto con las Hermanitas de los Pobres y otras religiosas por lo que aumentaron sus deseos de consagrarse a Dios. Pidieron consejo al Padre Mariano, franciscano, director de Ana Josefa y este le expuso que no se unieran a las Hermanitas de los Pobres, sino que consultaran con el Obispo de la Diócesis.

El Obispo se encontraba ausente y fueron atendidas por su secretario que las encomendó a reunirse con el Señor Provisor, Juan Nepomuceno Zegrí que en aquellos momentos fundaba una Congregación. Ana Josefa tras consultar con su director se entrevistó con el Dr.Zegrí. Decidió obedecer y hacerse religiosa en la congragación que le habían recomendado. Josefita no dejó el valle y siguió en la Casa de los Pobres acompañada de Isabel Bravo, esta era muy joven para ingresar como religiosa. Francisquita Bravo quiso acompañar a la futura Beata pero sus hermanos le prohibieron que ingresara en la congregación y la obligaron a volver al valle en contra de su voluntad, algo habitual en aquella época.

Novicia mercenaria

El 1 de noviembre de 1878 Ana Josefa tomó los hábitos de las Mercedarias pero no acepto la Profesión por lo que el Provisor le mandó regresar a Álora para seguir atendiendo a los ancianos junto con Rafaela, esta última ingresó en el Convento de San Carlos, el convento de las Mercedarias, ocultándose de su familia que la reclamaba de vuelta. Ana Josefa recibió los derechos de la Casa de Álora de parte de Josefita que renunció a ellos como co-fundadora y a su vez Ana Josefa cedió estos derechos y los propios al Señor Provisor.

Su experiencia como gestora hizo que el Dr. Zegrí la mantuviera como superiora de la casa de Álora aun siendo novicia. El 24 de diciembre de 1878 sus antiguas compañeras Francisquita, Isabel y Rafaela se reunieron con ella en la casa de Álora, tras presionar a sus respectivas familias. A pesar que Ana les explico a sus amigas que la congregación no le parecía bien organizada estas decidieron tomar hábitos el día de Reyes de 1879.

Hospital de Vélez

Ana con dos de sus compañeras y cuatro religiosas más fue destinada al hospital de Vélez. Hasta el 31 de enero de 1879 fue regido por una Junta de Beneficencia y en esa fecha el ayuntamiento de la localidad decidió traspasar su gestión al Dr. Zegrí. La situación del hospital era terrible: los pobres y enfermos dormían en el suelo en jergones de paja, la limpieza y los cuidados eran escasos. Las religiosas y novicias cedieron sus camas a los enfermos y se dedicaron a la limpieza y atención de los enfermos8 .

Ana estaba al frente del hospital y gestionaba los donativos que recibia. La congregación le impuso una obediencia, respecto a la cuestión económica, que le privaba de libertad de actuación. Contrariada por este hecho pidió consejo a su director el Padre Mariano. Este observando la situación aconsejó a Ana que dejara la congragación y se lamentó de habérsela recomendado. Ana pidió a su director permiso para consultar con otros sacerdotes a lo que el Padre Mariano no se opuso. Los dos sacerdotes a los que consultó le contestaron de la misma manera. Se entrevistó con el Dr. Zegrí en varias ocasiones exponiendo sus dudas y finalmente el 23 de septiembre de 1879 se despojó del hábito. El Dr. Zegrí trasladó a sus religiosas mercedarias al hospital de Álora puesto que ahora le pertenecía. Una religiosa mercedaria se quedó con Ana.

Ana y sus compañeras siguieron trabajando en el hospital vestidas con traje seglar negro y cotilla de enfermeras. El Obispo Gómez-Salazar recibió noticias del caso y quiso entrevistarse con Ana. Les aconsejó que no ingresaran en ninguna otra orden y les indicó que siguieran trabajando con los enfermos porque las ponía a prueba durante dos años.

Durante los siguientes dos años Ana y sus compañeras ampliaron el número de atendidos y recogieron a ancianos pobres, a de más, de los enfermos que ya cuidaban. La mortalidad del hospital bajó. Estableció un horario de rezos, trabajo y silencio para ella y sus compañeras. Nace la Congragación Madres Desamparados

Antes que finalizaran los dos años de prueba el Obispo las recibió, a Ana y a una de sus compañeras. Este las instó a que fundasen su propia congragación. Les sugirió que lo hicieran bajo la advocación de Nuestra Señora de los Desamparados. El Sr. Obispo les dio la Profesión juntamente con el Hábito el 2 de febrero de 1881 tras diez días de Ejercicios Espirituales con el joven sacerdote Francisco Coca. Desde ese día Francisquita Bravo Muñoz será Madre Magdalena de San José. Isabel Bravo Muñoz, Madre Natividad de San José. Rafaela Conejo Jiménez, Madre Trinidad de San José. La religiosa mercenaria, Madre Visitación de San José. Ana Josefa Pérez Florido, será Madre Petra de San José. Madre Petra contaba con 35 años.

Todas serían iguales. Todas Madres. Esa sería su misión: ser “madres” para los desamparados.

Al año siguiente de la profesión, desearon prepararse para renovar los votos haciendo ejercicios espirituales. Madre Petra quería se los diese un Padre de la Compañía de Jesús. El Padre superior de Málaga les mandó al Padre Pascual Barrado. Este las ayudó en lo que pidieron y aconsejo a Madre Petra, entre otras cosas, que fundara una Casa-Noviciado ya que el hospital no era sitio para el silencio, el recogimiento y oración y porqué necesitaba novicias.

=== La Congregación crece. Los primeros hogares. El noviciado de Malaga. La salida de Vélez. ===

Con el empuje del Padre Barrado y la ayuda del Padre Coca encontraron una casa en Málaga. El matrimonio Huelin las amparó cediendoles la casa y costeando los gastos del culto a cambio que tuvieran una escuela para los niños y niñas del barrio. En aquel momento eran 12 religiosas, Vélez se les quedaba pequeño y la providencia les abrió el camino para la fundación del noviciado. En Vélez la noticia no fue bien recibida. El pueblo pensó que las religiosas abandonaban el hospital y el alcalde se vio obligado a intervenir. Ante el temor que dejaran de gestionar el hospital el ayuntamiento les impuso unas normas de aislamiento que no les permitia tener contacto con sus directores. Madre Petra consiguió pedir ayuda al Obispo Gómez-Salazar y este le aconsejó imponer ella también unas condiciones y que marchara a Málaga.

El 8 de junio de 1882 las religiosas salen de Vélez de noche y a escondidas. El ambiente social no era propicio para despedidas públicas. Los viajeros eran siete incluyendo a Madre Petra y el Padre Coca. En Vélez quedó Madre Magdalena como superiora.

Los primeros dias en Málaga fueron duros. La casa era muy humilde y estaba muy sucia. A estas duras condiciones se tuvo que añadir el hecho que Sor Visitación se escapo y volvió a Vélez. Allí se entrevistó con el alcalde y se ofreció a llevar el hospital. Madre Petra tuvo que ir tras Sor Visitación para apaciguar los ánimos. No llegó a la población que se encontró a las dos religiosas que habian quedado en Vélez en el camino. Las habian expulsado con lo puesto. Madre Petra y Madre Magdalena fueron al pueblo y se entrevistaron con el alcalde en presencia del párroco. Los ánimos se apaciguaron pero las religiosas marcharon para siempre de Vélez. A Sor Visitación le fue quitado el hábito y el escudo de Profesa.

Las hostilidades de Málaga

La salida de Vélez enrareció el ambiente en Málaga. Eran poblaciones cercanas y los rumores se extendieron. Los niños y niñas no acudian a la escuela y los donativos eran inexistentes. Tan duro fue aquel primer tiempo que las religiosas comian de la caridad del Padre Coca. Finalmente este tuvo que plantear la posibilidad de abandonar a las religiosas para buscar una capellanía. Madre Petra y sus compañeras dormian en el suelo. Poco a poco con su trabajo y caracter se ganaron a las gentes del barrio y fueron integrandose paulatinamente. Ronda

Establecidas y aceptadas en Málaga Madre Petra empieza a plantearse fundar otra casa en Ronda. Ronda era una población cercana y el Padre Coca era natural de allí. Surgió la posibilidad de hacerse con la gestión de una fundación que impulsaba un párroco de la ciudad. El tema estaba bastante avanzado ya que el Obispo fue quien recomendó a la Madre Petra para este trabajo. La fundación era un hospital, este hecho no agradó a Madre Petra, ella deseaba un asilo para desamparados pero pensó que podía reconvertir la fundación.

El Hospital de Santa Bárbara estaba enclavado cerca de la Catedral de Santa María. A diferencia de Málaga en Ronda la población se volcó con ellas y recibieron mucha ayuda y cariño.

La andadura vocacional de Madre Petra no fué, precisamnete, un camino de rosas. Quiso seguir a Cristo con la maxima fidelidad, por lo que la Cruz del Señor se le hizo presente de muchos modos. Asusta contemplar las muchas dificultades, persecuciones, calumnias, soledad y, finalmente, enfermedad, que marcaron su vida, ya desde los comienzos. Tambien asombra el comprobar su actitud de confianza ilimitada en el Señor, en medio de las adversidades, asi como la exquisita caridad y elegancia de espiritu con que respondió siempre a los que la calumniaron y la hicieron sufrir.

La vida de Madre Petra se caracteriza tambien por constituir un prodigioso equilibrio entre la contemplación y la acción apostolica. Su amor apasionado a Cristo la lleva a buscarlo, tanto en la soledad y el silencio como en el rostro de los ancianos y niños desamparados.

Agotada pro su entrega sin limites, por las persecusiones sufridas y por una grave enfermedad, murió a los 60 años, cuando aún se podria haber esperado mucho de ella. Ocurrió en Barcelona, el 16 de agosto de 1906.

La fama de santidad de Madre Petra ylos muchos favores atribuidos a su intercesión, dan lugar a que se abra en Barcelona, en 1932, el Proceso Diocesano de Beatificación y Canonización. El 14 de junio de 1971 el Papa Pablo V1 aprueba sus virtudes heroicas y la declara Venerable. Y, en fecha reciente, el 16 de octubre de 1994, fue beatificada en Roma por su Santidad Juan Pablo 11.

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